lunes, 17 de septiembre de 2007

Sistemas para el Recalce de Cimentaciones Superficiales

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Descripción

Se describen los diferentes Sistemas de Recalces de Cimentaciones Superficiales, dependiendo de las diferentes soluciones que sean posibles realizar, conjugando el tipo de cimentación y los materiales que se dispongan para esto.

Introducción.

Los recalces superficiales consisten en la transferencia de cargas a elementos de cimentación de mayor superficie que los cimientos originales o apoyados en niveles inferiores; pero sin llegar a profundidades considerables.

Este escrito como el título indica aborda los diferentes sistemas para el recalce de cimentaciones superficiales, las causas que pueden dar lugar a acometer un recalce. Veremos también como no siempre se trabaja en el cimiento directamente sino que se puede intervenir en el propio suelo, dándole al mismo las propiedades necesarias para su funcionamiento frente a las cargas que se le imponen.

Causas que pueden dar lugar a un recalce.

A pesar de que cada recalce resulta distinto en parte o en todo a los demás, las causas generales que pueden dar lugar a este tipo de actuaciones pueden clasificarse en cuatro grandes grupos:

  • Las que se derivan de un defecto del proyecto.
  • Las originadas por un defecto de ejecución.
  • Las derivadas de una variación en las condiciones del entorno de la estructura.
  • Las motivadas por variaciones en las hipótesis con arreglo a las que se proyectó originalmente la estructura.

Las dos primeras corresponden a actuaciones que han de resolver situaciones patológicas, que evidentemente no deberían existir si la obra se proyectó y construyó correctamente. Sin embargo, resultan harto frecuentes en la práctica habitual.

De hecho, por poner un ejemplo, las estadísticas de las compañías aseguradoras más importantes reflejan que la siniestralidad asociada a los defectos de cimentación es del orden del triple de la originada por cualquier otra causa en el ámbito de la construcción.

Por otra parte, de entre las causas particulares que dan lugar a una obra defectuosa, las mismas estadísticas reflejan contundentemente cómo una gran parte de los siniestros se producen por ausencia, insuficiencia o mala interpretación de los reconocimientos geotécnicos.

De los datos anteriores se deriva directamente la gran trascendencia de investigar y analizar con detalle el terreno, algo que, desgraciadamente, a menudo se infravalora en su importancia.

En cuanto a las variaciones del entorno de la estructura, también algunas de estas causas deberían o podrían preverse de antemano, al menos las más frecuentes. Entre ellas cabe destacar las alteraciones originadas por construcciones y obras próximas a la estructura (excavaciones, vibraciones, rebajamientos del nivel freático por bombeos cercanos, etc).

Finalmente, el cuarto grupo es quizás el único que no es previsible de antemano, dado que supone un cambio sustancial en la concepción original de la obra: incremento de alturas del edificio, excavación de nuevos sótanos, aumento de sobrecargas por cambios de uso, etc.

Los principios para la realización de un recalce con éxito son los mismos de antaño: mínima interferencia con la construcción existente y transferencia de las cargas a la nueva cimentación de modo adecuado. Sin embargo, hoy existen nuevas técnicas, por ejemplo, la del hormigón pretensado, que hacen más fácil esta labor.

Fases de un recalce.

En un caso general, el recalce puede tener las siguientes fases:

  1. Refuerzo y apoyo provisional de la estructura, si se precisa.
  2. Transferencia de cargas de la cimentación primitiva al apoyo provisional.
  3. Construcción de la nueva cimentación.
  4. Transferencia de las cargas a la nueva cimentación.

Refuerzo y apoyo provisional de la estructura, si se precisa.

Sólo la prudencia puede dictar normas a este respecto. En edificios antiguos, este trabajo preparatorio puede constituir la mayor parte de la operación como ocurre en las grandes catedrales e iglesias. Se refuerzan los muros con barras de acero, los huecos se rellenan mediante inyecciones, etc.

En edificios modernos puede bastar un apuntalamiento exterior, quizás mediante estructuras reticulares o el apuntalamiento de arcos y vigas.

Cuando hay que recalzar una serie de cimientos aislados es frecuente unirlos mediante vigas de atado.

Transferencia de cargas de la cimentación primitiva al apoyo provisional.

Este proceso está íntimamente ligado al anterior. Con frecuencia es deseable transmitir la carga del miembro estructural que se va a recalzar a soportes provisionales, antes de proceder al recalce de aquel. Esto suele hacerse mediante cuñas y gatos hidráulicos.

En mucho casos se transfieren las cargas a los soportes provisionalmente mediante una serie de vigas, llamadas – agujas -, paralelas y horizontales, que atraviesan el muro que se va a recalzar a través de una serie de aberturas. Estas agujas apoyan, a veces mediante gatos, en dos apoyos provisionales.

Cuando se trata de pilares o columnas metálicas, se pueden soldar dos angulares en lados opuestos del pilar, que apoyan sobre estas vigas. Para cualquier tipo de pilar se puede emplear cepos de fricción.

Las cuñas tienen la ventaja de su economía y sencillez, pero tienen el inconveniente de que con ellas no se puede controlar la fuerza aplicada.

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Figura 4.1. Apoyo provisional de un pilar de ladrillo, para evitar desplazamientos verticales y horizontales durante el recalce. Cimiento provisional de madera y sistema de cuñas.

Construcción de la nueva cimentación.

En los métodos clásicos de recalce las nuevas cimentaciones se construyen debajo de las existentes, para ello se comienza por excavar bajo estas.

Para no tener que transferir las cargas a apoyos provisionales, se puede confiar en el efecto bóveda debajo de un muro continuo.

Un posible dispositivo para construir la nueva cimentación se indica a continuación.

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En el caso de muros continuos la distancia entre zanjas abiertas simultáneamente debe ser igual, al menos, a 1 ½ veces su profundidad. Su ancho suele ser de 1 m y su longitud de 1.5 a 2 m.

Una vez terminado el primer recalzo se excavan los pozos 2 y se recalzan.

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Una vez terminado el segundo recalzo, se recalzan los espacios intermedios

 

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El material más usado hoy para construir la nueva cimentación es el hormigón, el mismo tiene grandes ventajas para ser usado en recalces, puede fluir, puede ser bombeado y desarrolla gran resistencia incluso bajo el agua.

Algunos autores (Schultze y Simmer (1970) y Paterson (1970)) recomiendan extraer las maderas de la entibación una vez fraguado el hormigón. Sin embargo otros (White (1968)) indican que ello no es necesario, pues la experiencia demuestra que, incluso cuando las maderas se pudren, las fibras de celulosa permanecen in situ y no se forman huecos en el suelo, lo que sería nefasto, pues ocasionaría deformaciones del terreno. El gasto suplementario que traería consigo la utilización de madera tratada, hormigón o acero, no está justificado [1].

Transferencia de las cargas a la nueva cimentación.

Tradicionalmente se han empleado, como cuñas, lajas de pizarra que se situaban en el hueco entre la nueva cimentación y la antigua.

Una desventaja de este método es que la carga transferida no se conoce. No es adecuado para transferir cargas puntuales. Si la transferencia de la carga es insuficiente ocurrirán asientos al quitar los apuntalamientos.

Las cuñas de acero representan un avance. Si se conoce el ángulo de un par de cuñas se puede calcular cuanto se han separado de las cimentaciones. Sin embargo, sólo se puede hacer una estimación grosera de la carga transferida.

Los gatos de husillo son, en este aspecto, semejantes a las cuñas de acero, pero son más cómodos, permiten un mejor control y mayor separación cuando se requiere.

Cada vez se usan más los gatos hidráulicos para transferir cargas, pues con ellos se conoce la carga transferida y el control es adecuado, la bomba puede estar separada del gato, por ejemplo, en la superficie del terreno, como en general se requiere que este ocupe poco espacio, se usan con frecuencia gatos planos.

Antes de transferir la carga de modo permanente a la nueva cimentación deberían terminarse los asientos. Esto puede requerir introducir nuevas cuñas de tiempo en tiempo o volver a dar presión a los gatos.

Cuando la nueva cimentación se lleva hasta un suelo granular, cabe esperar que el asiento sea pequeño, pero si el suelo es arcilloso puede haber asientos de consolidación importantes. Ensayos de laboratorio o in situ, anteriores, deben permitir predecir el asiento lento, y estos resultados deben corregirse con las primeras medidas en la obra. El ajuste de los gatos debe continuarse hasta que el asiento remanente pueda ser absorbido por la estructura sin daño.

Para la unión final se rejuntan las lajas de pizarra y se sueldan las cuñas. El espacio no ocupado por cuñas o gatos debe rellenarse y acuñarse con lajas de pizarra o mortero seco apisonado. Los gatos pueden retirarse o remplazar finalmente el fluido hidráulico por uno que se solidifique y proporcione un medio permanente de transferencia de cargas.

Recalces superficiales.

Los recalces pueden ser desde el punto de vista tipológico:

  1. Ensanche de cimiento.
  2. Creación de losas.
  3. Profundización del plano de apoyo.
  4. Refuerzo o creación de cimientos.

Ensanche de cimiento.

Es un caso habitual cuando los cimientos resultan insuficientes por trabajar a presiones muy elevadas o se han degradado, perdiendo parte de su área efectiva. También se emplea este método cuando se van a aplicar mayores cargas que las preexistentes y el estrato de apoyo es de resistencia suficiente para la nueva situación.

El problema fundamental es la unión de la parte nueva con la antigua y que la puesta en carga del conjunto se consiga sin asientos apreciables.

En líneas generales puede hacerse la siguiente clasificación de soluciones:

Ensanche del cimiento en su plano. La trabazón puede conseguirse mediante bulones, resinas, dentado de la junta de contacto o acuñamiento de forma (Figura 4.

 

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Figura 4.2 Soluciones para el ensanche de cimientos.

Una variante patentada la constituye el sistema Pynford, que consiste en introducir unos castilletes metálicos en huecos abiertos en las cimentaciones pasando entre ellos las armaduras y sustituyendo así los viejos cimientos de mampostería por bloques de hormigón armado (Figura 4.3). [2]

Puenteo del cimiento por encima del mismo, transmitiendo las cargas a un anillo que contornea y ensancha la cimentación. En el caso de muros el puente puede formarse mediante vigas de acero u hormigón ("needle beams") que descansan sobre carreras preformadas paralelamente al cimiento (Figura 4.4).

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Figura 4.3 Recalce con castilletes Pynford.

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Figura 4.4 Soluciones de puenteo y ensanche de cimientos corridos.

Si se trata de pilares o columnas aisladas es necesario formar una base armada contorneando el arranque de los mismos, lo cual plantea problemas de espacio. El ensanche de los cimientos puede tener una configuración distinta de la original (Figura 4.5).

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Figura 4.5 Ensanche de cimientos corridos con mejora local del terreno.

La unión del hormigón fresco con el antiguo se efectúa mediante la presión que resulta de la contracción del hormigón fresco por la retracción. Para evitar las grietas que podrían producirse y que perjudicarían a esta unión, y para resistir a los esfuerzos resultantes de la descomposición de las fuerzas aplicadas, es necesario armar este hormigón mediante cercos suficientemente numerosos.

Cuando la losa no es accesible en todas sus caras (columnas en medianería); la reconstrucción es muy delicada, siendo necesario constituir una viga completa que envuelva la columna y haga cuerpo monolítico con el mismo.

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El inconveniente de todos estos métodos proviene de que no es posible efectuar una puesta en carga progresiva. Las cargas iniciales continúan pasando por la losa primitiva, y las sobrecargas se repartirán sobre toda la nueva anchura, aumentando así los esfuerzos en la cimentación inicial.

Creación de losas.

Es un caso límite del ensanche de cimientos y consiste en macizar el espacio existente entre los mismos, creando una especie de losa (lógicamente el armado difiere del que correspondería a haber proyectado de entrada la losa). Széchy (1964) cita un caso en el que la losa se construyó por encima de los cimientos, pasando armaduras por los plintos existentes sobre los mismos y hormigonando posteriormente el conjunto. Con esta solución se consiguió reducir los asientos de las capas de turba subyacentes, pero en otros casos, al formarse un bulbo de presiones mucho más profundo que el de los cimientos (aunque de menor intensidad), se han visto afectados estratos inferiores muy comprensibles y ello ha redundado en asientos importantes posteriores al recalce.

En la figura 4.6 se indican diversas soluciones constructivas para este tipo de recalces.

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Figura 4.6. Soluciones de creación de losas sobre cimientos existentes.

Profundización del plano de apoyo.

Suele hacerse mediante pozos construidos con descalce parcial de la cimentación existente ("bataches") y bajando hasta un nivel de suficiente resistencia. Normalmente se consigue también un aumento del área de reparto. A veces se llega a esta solución para crear sótanos bajo edificios existentes.

Es un método muy usado para el recalce de muros con cimiento corrido ya que la propia rigidez estructural permite puentear los sucesivos huecos creados (Figura 4.7). En el caso de cimientos aislados es de difícil ejecución ya que el proceso supone una concentración de esfuerzos desfavorable, recurriéndose generalmente a la sustitución completa del cimiento, previo apuntalamiento de la columna. Únicamente cabe utilizar este método sin apuntalamiento intermedio cuando se trata de grandes macizos de cimentación.

 

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Figura 4.7. Recalce por bataches de cimentación corrida. Sección típica.

Un tipo especial de recalce es el procedimiento "Soilcrete" de la firma alemana Keller, que consiste en abrir una cavidad o batache de hasta 1 m. de diámetro bajo un cimiento mediante agua inyectada a presiones de 100 a 300 kg/cm2 por un pequeño taladro. La cavidad se rellena con mortero de cemento, llegando a hacer tantos bataches como requiera el recalce (Figura 4.8).

El procedimiento requiere un control muy cuidadoso y es aplicable preferentemente en suelos finos algo cohesivos (k=10-6 a 10-8 cm/s), La puesta en carga del batache se consigue por la misma presión de inyección.

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Figura 4.8. Procedimiento Soilcrete.

Refuerzo o creación de cimientos.

En algunos cimientos de mampostería de área suficiente para las cargas a soportar puede producirse un lavado o degradación del mortero de unión o la disgregación por alteración de los elementos pétreos. En esos casos un tratamiento eficaz puede ser la cimentación por inyección de la mampostería, dando la cohesión o resistencia a tracción y frenando su degradación.

A veces esta operación es inviable por lo somero del elemento de cimentación, siendo necesario crear un auténtico nuevo cimiento involucrando parte del terreno o introduciendo elementos de soporte auxiliares.

En algunos casos se crea un marco de hormigón en torno a la columna o muro (o un emparrillado de vigas contorneando un conjunto de pilares) y se inyecta el espacio interior hasta crear un bloque cementado.

Un ejemplo es la solución de refuerzo propuesta para el recalce de las pilastras que consiste en unos marcos de hormigón armado que contornean los antiguos cimientos corridos de mampostería, arriostrados por una losa de solera.

El terreno queda así confinado por arriba y lateralmente, cerrándose interiormente con una inyección química que, al mismo tiempo refuerza el terreno. Por último, se cementa la mampostería y el terreno confinado mediante una inyección de cemento más barata y con la cual se puede lograr un cierto nivel de puesta en carga regulando adecuadamente las presiones.

Sin embargo, por problemas de inyectabilidad y ejecución se está pensando en otro tipo de confinamiento periférico de los cimientos.

A veces el marco de hormigón se sustituye por un tablestacado corto (1-1.50 m) pero es difícil que un edificio en precario estado soporte la hinca sin problemas. La introducción de las tablestacas a presión puede ser una alternativa en algunos casos.

Cuando el cimiento está muy deteriorado o es claramente insuficiente la solución usual consiste en el apuntalamiento lateral de la columna (eventualmente con atirantado o refuerzo de la misma) y construcción de un nuevo cimiento. Como variante también puede puentearse el pilar mediante vigas metálicas transmitiendo a unas carreras auxiliares, excavando luego el hueco del nuevo cimiento y rellenándolo de hormigón armado.

En algunos casos estos recalces se ejecutan descargando los muros o columnas; pero normalmente el descalce es sólo parcial, construyendo la nueva cimentación por puntos o bataches. Este tipo de recalces impone ciertas limitaciones ya que:

  • La cimentación o la superestructura debe ser capaz de puentear el hueco creado.
  • Debe quedar garantizada la estabilidad de la tierra en las paredes de la excavación.
  • El apoyo sobre los nuevos cimientos debe quedar asegurado con deformaciones mínimas y sin transmitir cargas anormales a la estructura.

Recalces profundos.

Con el desarrollo a lo largo del siglo XX de los pilotes in situ como elementos de cimentación resultaba inevitable la extrapolación a mayores profundidades de los bataches o pozos de recalces mediante los citados elementos, de pequeño diámetro y elevada resistencia.

Un ejemplo de pilote de recalzo que se hinca en el terreno por elementos mediante un gato es el que se muestra en la figura 4.9. El diámetro de estos pilotes puede oscilar entre 23 y 25 cm.

A principios el recalce por medio de pilotes hincados con gato dio resultados mediocres. El First National City Bank, de wall street, en Nueva York, resultó dañado como consecuencia de un asiento de 5 cm durante y tras el recalce por esta vía.

En 1915, E. A. Prentis advirtió que cuando se descargaba un pilote hincado de una carga de 75 t se producía una elevación de 1 cm pero al volver a aplicar la carga el asiento era de 5 cm.

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Figura 4.9 Pilote hincado mediante gatos.

Esto dio lugar al concepto de bulbo de presiones que soporta el pilote sin asiento mientras se mantenga la presión. Si se retira la carga es necesario que el pilote asiente de forma importante para reconstruir ese bloque.

Como consecuencia, Prentis y L. White patentaron el pilote –Pretest- en 1917, con el cual los gatos permanecían en carga hasta colocar una viga doble T y cuñas de acero entre el extremo superior del pilote y el inferior del cimiento, lo cual impedía la descarga.

El avance más considerable se produjo a partir de 1973 con el desarrollo en Italia de los micropilotes, ejecutables con maquinarias de reducidas dimensiones y muy adaptables al trabajo dentro de edificios ya construidos. En el momento actual cabe admitir que el 90% de los recalces profundos se hace con este tipo de pilote.

En líneas generales puede decirse que resulta necesario un recalce profundo cuando:

  • El estrato de apoyo de las cimentaciones tiene una capacidad portante insuficiente, ya reflejada en asientos importantes bajo las cargas actuantes, o con posibles riesgos de los mismos al aplicar nuevas cargas, no siendo viable o económica la mejora de las cimentaciones existentes o del terreno subyacente.
  • La ejecución de recalces superficiales es muy dificultosa por la presencia de terrenos inestables o la presencia de niveles freáticos.
  • Se desea ampliar el edificio bajo los niveles actuales.
  • Se van a realizar obras en el entorno que pueden afectar la estabilidad de las cimentaciones existentes.

Este tipo de recalce se hacía antiguamente mediante pozos construidos por bataches bajo muros o descubriendo por partes la cimentación antigua. En el recalce del castillo de Herten en Alemania realizado en los años 60 mediante pozos de 1.20 m de diámetro y 4 m de profundidad, formado por anillos prefabricados y arriostrados en cabeza por carreras de hormigón armado de 1.20 x 1.30 m2, cosidas mediante bulones a los cimientos corridos o aislados.

En la actualidad para este tipo de recalce se recurre casi exclusivamente a los pilotes con las modalidades siguientes:

  1. Atravesando la cimentación existente, transmitiendo las cargas por adherencia, unión de armaduras, etc.
  2. Adosando los pilotes a las cimentaciones o intercalándolos en la planta y construyendo luego un elemento puente o ménsula que transmita las cargas.
  3. Ejecutando los pilotes desde bataches abiertos bajo las cimentaciones y logrando luego la puesta en carga mediante cuñas o gatos.

En el siguiente epígrafe se comentan con mayor detalle las posibles soluciones.

4.5.1 Pilotes que atraviesan las cimentaciones existentes.

Suele ser de pequeño diámetro, de los denominados micropilotes o pilotes-aguja ( "pali radice" en la terminología italiana de la primera patente). Actualmente se dispone de tipos muy diversos de pilotes de pequeño diámetro, como son:

a) Micropilotes realizados con batería de perforación a rotación (que sirve al mismo tiempo de entubación con expulsión de los detritus mediante el agua de refrigeración de la corona de corte). Terminada la perforación se coloca la armadura y se va llenando el taladro con mortero, retirando por tramos la entubación. Suele ayudarse la penetración y densificación del mortero cerrando la entubación en cabeza y aplicando presión de aire (Figura 4.11).

Al poder introducir la entubación por tramos roscados de muy corta longitud este tipo de pilote utiliza maquinaria de tamaño muy pequeño, lo cual permite trabajar en espacios muy reducidos. Tienen el inconveniente de la adición de agua, lo cual puede ser perjudicial en terrenos inestables o flojos, tampoco es fácil colocar armaduras tubulares.

 

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Figura 4.11 Fases de ejecución de un pilote convencional.

a) Perforación con extracción del terreno con agua de refrigeración.

b) Introducción de armaduras.

c) Hormigonado con retirada progresiva de la batería de perforación con eventual obturación en boca y aplicación de presión de aire.

b) Micropilotes realizados en seco sin entubación y con barrena helicoidal (salvo la perforación del cimiento). También se puede perforar con coronas refrigeradas por aire, Una vez limpio el taladro se coloca la armadura y se inyecta un mortero fluido o una lechada de abajo a arriba mediante una tubería auxiliar. En el caso de armadura tubular la lechada se inyecta por la boca del tubo haciéndolo refluir por el fondo y la pared exterior del mismo hasta la superficie. Eventualmente puede taponarse la salida y poner en presión la lechada.

Estos micropilotes exigen un terreno no muy duro, y desprovisto de obstáculos, bloques, capas cementadas, etc., generalmente sin nivel freático y que no se desprenda al perforar. También pueden realizarse con entubación pero entonces la ejecución se complica considerablemente.

c) Micropilotes con bulbo inyectado a presión (sistema tubfix).

Una vez realizada la perforación por el sistema impuesto por el terreno, se coloca una armadura tubular provista en su parte inferior de manguitos elásticos que hacen de válvula anti-retorno, a continuación se hacen descender por el interior del tubo con obturadores colocados a la distancia necesaria para aislar cada manguito. En primer lugar, se inyecta por el manguito más profundo y a través del tubo interior una lechada fluida que rellena el espacio comprendido entre la armadura tubular y el terreno, creando una vaina de cierre. Seguidamente y antes de que esta lechada haya fraguado totalmente se inyecta nuevamente por los sucesivos manguitos, de abajo a arriba y con presión suficiente para romper la vaina y crear un bulbo desplazando el terreno. (Figura 4.12).

Los micropilotes tienen la ventaja de ejecutarse con maquinarias de reducidas dimensiones, lo cual permite trabajar en sótanos y lugares de bajo techo para problemas concretos, pero en general suele ser complicado introducir las máquinas desde el exterior del edificio y moverlas por lugares tabicados.

 

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Figura 4.12 Fases de ejecución de un pilote con bulbo inyectado a presión.

a) Perforación.

b) Colocación de la armadura tubular.

c) Inyección de relleno para formación de la vaina.

d) Inyección a presión para formación del bulbo.

e) Relleno del interior del tubo.

Para el éxito de este tipo de recalces se deben dar una serie de condiciones:

- La cimentación a recalzar debe tener suficiente canto y resistencia para transmitir las cargas por adherencia.

- El firme de apoyo debe encontrarse a distancia moderada (< 20 m) ya que es difícil garantizar la continuidad estructural, alineación recta y posición espacial en pilotes muy largos.

- El terreno atravesado debe ser relativamente estable para no introducir flexiones, rozamientos negativos, etc., en los micropilotes.

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Figura 4.13 Secciones típicas de micropilotes.

La capacidad portante de los micropilotes depende mucho del sistema constructivo (inyección a presión o no), del tipo de armadura (tubo o redondos) (Figura 4.13), la longitud, inclinación, terrenos de apoyo, etc.

Debe señalarse que las pruebas de carga en este tipo de pilotes dan valores bastante superiores a los previsibles por las teorías usuales de la Mecánica del Suelo. Tampoco existe riesgo de pandeo, salvo en terrenos excepcionalmente blandos (Cu<2 t/m2). Por otra parte, al formarse grupos numerosos de micropilotes mejora notablemente la resistencia frente a la del micropilote aislado con eficiencias próximas a 2.

En el caso de micropilotes de gran longitud con armadura tubular es importante realizar correctamente las uniones de los distintos tramos de tubo, lo que se consigue eficazmente con manguitos roscados. A veces se disponen también costillas anulares soldadas para mejorar la adherencia entre el tubo y el mortero periférico, si bien no es usual contar con la resistencia de este último.

Los micropilotes, como otros elementos de recalce plantean el problema de tal transferencia de cargas de la estructura y las deformaciones asociadas con este proceso.

En general se deben adoptar valores muy conservadores para la resistencia por adherencia del contacto cimiento - micropilote, salvo que se adopten precauciones especiales como la inyección a presión, empleo de resinas, etc.

A título indicativo pueden considerarse los valores de la Tabla 4.1.

Tabla 4.1 Tensiones de adherencia admisibles en micropilotes.

Tipo de fábrica.                      Tensiones admisibles (Kg/cm2 )

Mampostería de rocas de resistencia media a baja con mortero pobre.

0.1 - 0.5

Mampostería de rocas resistentes con mortero de buena calidad.

1 - 3

Fábrica de ladrillo de baja calidad con mortero pobre.

0.2 - 0.6

Fábrica de ladrillo de buena calidad.

2 - 4

Hormigones. ( clip_image001[48])

4 - 6

Si la adherencia es insuficiente o existen problemas de cortante puede ensancharse o acampanarse el entronque con el cimiento, o agrandar la sección estructural de la misma (Figura 4.13), o bien aumentar su resistencia mediante bulones, barras resinadas, etc. (Figura 4.14).

En cuanto a los asientos debe contarse con la deformación elástica del micropilote y los debidos a la comprensibilidad del terreno. De acuerdo con las teorías usuales de la Mecánica del Suelo.

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Figura 4.13 Aumento de la sección estructural de unión con los micropilotes.

Si se quiere que los asientos de puesta en carga no se transmitan a la estructura, se colocarán previamente a la conexión, gatos que cargan con pórticos auxiliares, o más raramente, cargando mediante gatos planos contra la base del encepado y unos salientes metálicos soldados al tubo del micropilote, sellando después el contacto cilíndrico entre el tubo y el encepado.

Una solución intermedia consiste en formar un tapón en el fondo del micropilote y anclar allí una barra metálica roscable. Tensando esta barra mediante un gato hueco que apoye contra la armadura tubular se puede provocar la deformación elástica de la misma (generalmente cargando el 60 - 80% de la carga nominal, teniendo en cuenta el pandeo del tubo libre), manteniendo dicha deformación mediante una tuerca previamente colocada en la base del gato.

Una vez encepado el micropilote, se retira la tuerca, con lo cual el tubo libera la energía elástica almacenada cargando contra el encepado y el terreno. Por último, se inyecta el micropilote

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Figura 4.14 Refuerzo de cimiento de mampostería mediante inyección.

Por lo que respecta al diseño del recalce debe procurarse que las cargas concentradas coincidan con el centro de gravedad de cada cepa de micropilotes o induzcan esfuerzos comparables en cada uno de ellos de forma que no se produzcan giros o desplazamientos horizontales del apoyo. Ello se consigue con grupos de tres o más micropilotes, simétricamente dispuestos.

La estabilidad del apoyo mejora si se da a los micropilotes, una ligera inclinación hacia afuera (generalmente 15o ó 5:1), abriendo el grupo, pero ello no es absolutamente necesario. e incluso puede dar problemas si los micropilotes son muy largos y atraviesan capas comprensibles ya que pueden inducirse en los mismos flexiones importantes. En bastantes casos la inclinación obedece a una mayor facilidad constructiva.

En torres, pilares muy cargados, etc. suele recurrirse a la creación de un retículo de micropilotes entrecruzados que confina un núcleo importante de terreno, formando así una gran zapata de recalce que prolonga la cimentación hasta el firme.

4.5.2 Pilotes adosados con cabezales posteriores de unión.

Suele tratarse de pilotes verticales, de diámetros entre 30 y 60 cm, adecuados para el recalce de muros o cimientos corridos con cargas importantes, y cuando la obra permite introducir maquinaria relativamente pesada y de bastante altura (algo superior a la longitud final de los pilotes).

La unión con la cimentación antigua puede conseguirse de formas diversas:

- Mediante vigas pasantes que encepan los pilotes colocados a ambos lados.

- Construyendo vigas carreras longitudinales, encepando los pilotes de cada lado, y atirantándolas posteriormente contra el cimiento mediante pernos o pasadores metálicos (Figura 4.15). Es frecuente que el contacto se haga dentado para mejorar la resistencia de la junta.

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Figura 4.15 Carreras unidas por pernos tensados.

En el primer caso las vigas pueden ser metálicas, de hormigón armado (Figura 4.16) o de hormigón pretensado (Figura 4.17) en el proyecto debe comprobarse:

- Que las reacciones de la viga sobre el cimiento sean admisibles sobre todo en el caso de mamposterías. Esto se refiere tanto a la compresión de la fábrica como a esfuerzos de cortante y flexión.

- Que las flechas de puesta en carga sean admisibles para la estructura incluyendo en el caso del hormigón armado los asientos por retracción. Siempre caben correcciones mediante gatos.

 

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Figura 4.16 Vigas pasantes de hormigón armado.

 

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Figura 4.17 Viga pasante pretensada.

Con las traviesas pretensadas se eliminan los efectos de la retracción y flexión, ya que pueden conseguirse contraflechas que los compensen. También se consigue un menor canto a la flexión en el caso de cimientos muy anchos.

En algunos casos se han utilizado los castilletes "Pynford" para aligerar la base del muro o columna y construir un encepado pasante.

En el dimensionamiento de los pilotes deben tenerse en cuenta los momentos flectores transmitidos a la cabeza de los mismos por las vigas traviesas.

Por razones constructivas, o mejor aprovechamiento de los pilotes, éstos pueden disponerse al tresbolillo, con vigas pasantes oblicuas a los paramentos, repartiendo de forma equilibrada la carga de la superestructura.

En Suecia se ha utilizado bastante este sistema con micropilotes metálicos hincados a presión a través de huecos abiertos en las vigas o losas encajadas bajo los antiguos muros.

Normalmente la necesidad del recalce se derivaba de la pudrición de los pilotes de madera por descenso del nivel freático.

A continuación se muestran algunos de los diferentes tipos de conexión de los micropilotes con la estructura, tanto en recalces como en nuevas construcciones.

 

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Figura 4.18 Encepado de tres Micropilotes. Figura 4.19 Viga en pilar medianero.

 

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Figura 4.20 Recalce con perforación de muro. Figura 4.21 Recalce con encepado

atirantado.

4.5.3. Pilotes puestos en carga de forma controlada.

En obras delicadas es importante que la transmisión de carga a los nuevos elementos de construcción se haga con deformaciones mínimas, no siendo suficiente con los métodos antes descritos. Los sistemas más utilizados son del tipo siguiente:

a) Pilotes hincados a presión bajo el cimiento.

Son pilotes formados por elementos prefabricados de acero u hormigón de 1.20 a 1.60 m de longitud, que se introducen mediante gatos en el terreno extrayendo el suelo que queda en el interior en el caso de tubos abiertos. En otros casos los tubos llevan un azuche metálico que desplaza el terreno. Los diámetros usuales son de 45 a 60 cm., y puede soportar de 40 a 50t, o más en arena. Estos pilotes requieren abrir bataches bajo el cimiento con una altura del orden de 1.50 - 1.80 m.

La originalidad del sistema consiste en acuñar el pilote contra el cimiento mediante una pieza metálica antes de retirar los gatos con lo cual los asientos adicionales son muy pequeños. (Figura 4.22).

 

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Figura 4.22 Pilote Pretest.

Hay que tener en cuenta el efecto de grupo para ensayar un grupo de pilotes constituido por una fila, se cargan en primer lugar los tres primeros simultáneamente. A continuación se acuña el primer pilote y se transfieren los gatos al cuarto. Al cargar dicho pilote se producirá un asiento suplementario en los anteriores, que será un mínimo en el primero por ser el más alejado. Esta operación se va repitiendo sucesivamente.

Tras el acuñado, las extremidades superiores de cada pilote y viga I se hormigonan definitivamente. Un asiento posterior puede precisar el acceso a los pilotes para aplicar nuevas cargas, cosa que no permite el hormigonado. Dado que este se realiza para dar estabilidad a la cimentación frente a las cargas laterales, se puede sustituir por una inmovilización de la cimentación en dos direcciones horizontales mediante travesaños de madera, de mampostería o metálicos, que proporcionan estabilidad lateral y dejan los pilotes accesibles.

Para la protección anticorrosiva las vigas I y las cuñas se embuten en la fábrica o se cubren con una capa protectora. Los huecos se rellenan con tierra u hormigón para evitar la acumulación de gas procedente de las instalaciones vecinas. De este modo se evitan los desprendimientos que ocurrirían si cediesen las entibaciones de los pozos de acceso.

Una variante posterior del mismo sistema es el pilote mega, formado por elementos de hormigón con un hueco tubular en el centro.

Recientemente se han empezado a utilizar en Suecia pilotes metálicos tubulares de pequeños diámetros (60 a 76 mm). Los pilotes son de acero galvanizado, a veces con recubrimiento plástico y relleno posteriormente con mortero de cemento. La hinca se hace mediante gatos por tramos unidos por manguitos especiales.

En la figura 4.23 se muestra un recalce realizado con estos pilotes bajo una cimentación de mampostería, la cual fue precisamente cosida con barras metálicas e inyectada con lechada de cemento. A continuación se abrieron en la misma unos nichos para dar cabida a la maquinaria especial de hinca de pilotes, rellenándolos con hormigón después de la ejecución de los mismos.

Normalmente cuando se utilizan micropilotes para este tipo de recalce se agrupan en cepas de un número elevado de micropilotes.

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Figura 4.23 Hinca a presión de micropilotes metálicos a través de una losa preformada.

b) Pilotes cargando contra macizos adosados contra el cimiento.

Para evitar excavar bajo cimiento suele recurrirse al puenteo o ensanche de cimiento estableciendo la unión con los pilotes a través de gatos que se eliminan una vez efectuada la puesta en carga de forma controlada.

En la figura 4.24 se muestra un ejemplo de este tipo de recalce. Nótese el ángulo de inclinación de los pilotes más externos con respecto a la vertical.

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4.6 Conclusiones.

  1. De modo general, se han presentado algunas soluciones para la reparación de una cimentación afectada. En la práctica, para la selección del método adecuado, se tendrán en cuenta las condiciones del lugar y de la obra, y se realizará el debido análisis puesto que las variantes pueden sufrir cambios, para cada caso específico.
  2. El avance de las técnicas especializadas de recalce de cimentaciones y refuerzo del terreno permite afrontar difíciles problemas, tanto derivados de patología geotécnica como de la necesidad de crear o profundizar sótanos bajo edificios existentes. Se dispone actualmente de una multiplicidad de soluciones que, adecuadamente combinadas, permite resolver situaciones complejas con garantías de éxito.
  3. La elección de uno u otro método de recalce dependerá en gran medida de la experiencia de los profesionales encargados del diseño del mismo, de la calidad de las investigaciones ingeniero - geológicas realizadas para corroborar las hipótesis del fallo ocurrido y del equipamiento con que se cuente para llevarlo a cabo.
  4. No deben realizarse aquellos recalces que induzcan vibraciones adicionales que pudieran afectar de forma significativa a las edificaciones colindantes con la que se está recalzando. La existencia de una gran cantidad de linderos comunes (medianería) necesita de que el análisis que se realice para la selección del método a emplear sea todavía más cuidadoso que en otros casos que se han expuesto a lo largo de este capítulo.
  5. Los ejemplos descritos ponen de manifiesto claramente las amplias posibilidades con que se cuenta, para circunstancias geotécnicas de cualquier tipo, así como la especialización que se requiere para acometer proyectos y obras de recalce y refuerzo de cimientos, por lo que casi siempre se confían estos trabajos a empresas especializadas a tal efecto.

2 comentarios:

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